Ariadna, en lo más profundo de su alma, sabía que podía salvarse.

Cuando vió la fuerza con que tiraban de ella para ayudarle a salir, sorprendentemente ella también adquirió una fuerza colosal y empezó a dar pequeños pasos… y luego un poco más grandes… y luego pasos de gigante…

Luego ya incluso soltó la cuerda, y no le hizo falta ayuda porque consiguió andar ella sola. Se sentía tan feliz y con tantas ganas de transmitir esa felicidad que hasta pudo correr…

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