Dormidos, en el tren de la ignorancia,
viajamos hacia ninguna parte.
Vestidos con ropas prestadas
y portando una pesada maleta
de recuerdos y frustraciones.

Despiertos, atravesando las tinieblas,
navegamos hacia la luz de la conciencia.

Desnudos, ligeros de equipaje, en un viaje sin retorno.

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