Quizá fue por el acogedor sabor del café y los dulces de chocolate y crema, o porque era ya de madrugada y estaban en una pastelería cerrada al público, apoyados en la barra, envueltos en el ritual de volver a estar juntos, como cada mes, celebrando la danza de cada reencuentro.

O quizá también porque en aquellas últimas horas habían quedado abiertos sobre la mesa los libros polvorientos con la contabilidad de sus vidas: el dulce recuerdo de los muertos, el dolor de los amores que se fueron, el deseo de los que estarían por llegar, las pesadillas que les robaron la inocencia……

Puede que por eso, o porque ellos, siendo hombres, podían reconocerse, escucharse, abrazarse y amarse.

O quizá por todo, y por el orgullo que les producía saberse poseedores de un inmenso tesoro, por lo que decidieron por una vez, por una sola vez, contárselo al mundo.

4 comentarios:

  1. Hombres con el corazón abierto.
    Precioso.

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  2. Hombres a los que no os da miedo sentir y expresar emociones. Felicidades, cada vez sois más.

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  3. Conseguís envolvernos en vuestro ritual y agridulce encuentro. Seguid así,chicos.

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