Sonora tiene una mascota que alimenta por las noches con las sobras de sus lamentos. Termina el día.

Con la oscuridad canta una gris melodía.

La llama suavemente y mientras, la araña, se desliza de sus hilos hacia ella. Al abrir la boca, su pesadumbre sale de colores negros y amargados, la araña, se lanza hasta la herida y la recrea en su tela con un dibujo mágico.

Sonora responde con sentimientos enlatados que van saliendo y pegándose a la mágica tela; la araña que los enreda, acaba por digerirlos y transformarlos en pequeñas gotas de sudor que después al evaporarse volverán a caer hasta Sonora convertidos en una ducha que limpia la herida, la cura y la cierra.

Sonora cada quince días, anota en una libreta las huellas de las figuras de sus heridas que se van despegando de la tela mágica y va sintiéndose, día a día, más viva y más sonora.

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