Se ha encerrado en sí mismo. Lleva días conteniéndose y ahora parece que quiere explotar y lanzar su infierno hacia el exterior. Hay quien piensa que es mejor marcharse, ocultarse, y poco a poco han empezado a irse. Yo observo. Quiero quedarme y que la fuerza de la lluvia me golpee y tratar de recoger la mayor cantidad de experiencia para aprender a manejarme en ella.

Todo se ha detenido ya. Detrás de la aparente calma, los niños ya han sido arrastrados por sus equilibrados padres, los feriantes han cerrado y la intuición me dice que se avecina la descarga. Puedo oler el agua y la furia.

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