Llevo muerto algo más de tres semanas y aún no han resuelto lo mío. Aquí sigo. En tránsito. En vida era artesano, pero no trabajé gran cosa. Por las dudas. Tejía, pintaba, esculpía, incluso hice de sastre. Cambiaba cada poco de actividad porque no me encontraba.

Me han puesto en una habitación idéntica a mi taller para que me encuentre cómodo, dicen. A ver si me inspiro y me aclaro. Normalmente, la gente no se queda más de dos o tres días por aquí. El problema es que yo no me decido. Y todo venía bien explicado en los folletos que me dejaron el primer día. Los he leído muchas veces, y aparentemente es sencillo: paraíso o reencarnación. Sólo tengo que señalar una de las dos casillas, firmar y presentarlo en ventanilla. Pero no sé qué hacer...

2 comentarios:

  1. Me ha sorprendido este relato tanto que he tenido que releerlo un par de veces. Recreas, en un ambiente normal, una situación muy inquietante que para colmo no es resuelta. Definitivamente me gusta.

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  2. Buenísimo! También la foto, que bajo la influencia del texto cambia
    -y qué vida propia tiene si le prestas atención exclusiva. El cuento es excelente pero al llegar al final encima mejora. Paradojas de la escritura!

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