Sentada, miro a mi alrededor, y todo me parece hermoso.

Montañas que a lo lejos te invitan a escalar. El agua, salada y tranquila, espera a que mi cuerpo se sumerja y baile su danza. El sol, la brisa, la arena rozando mi cuerpo, se inspira paz.

Recuerdos de la infancia que llegan a mi memoria, la primera vez que pisé la arena, esa arena cálida que me hacía perder la noción del tiempo construyendo grandes fuertes irrompibles hasta que venía la gran ola.

Ahora, ya no hay tiempo para juegos, ni casi para disfrutarla pero en este momento me sorprendo sonriendo al aire, una sonrisa sincera que me hace darme cuenta de la belleza de vivir.

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