Entré en el zoco y encontré un laberinto de sedas, hilos y algodones. La luz entraba por algunos tramos de aquel recorrido que hice con mi amiga Nuran, “la turca”.

Fue mi primer viaje a Estambul, el tiempo en que empezamos a construir tantos sueños, que después la vida nos ha ido concediendo. Ella ahora vuelve de ganar una dura batalla, disfruta una segunda vida.

Eterna en belleza y sabiduría, Nuran.

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