La besó por primera vez cuando ella tenía quince años y por última cuando murió a los ochenta y uno. Fué en la primavera de 1647. Desde entonces el fantasma no se ha vuelto a enamorar.

Vaga por el castillo ahuyentando a los visitantes para mantener su recuerdo en un silencio azulado arropado por las aguas del lago.

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