Perspectiva, cambio de objetivo, influencia, sugestión, madurez. No sé lo que será, incluso puede que tenga que ver con el alcohol, pero ahora mismo estas fiestas un tanto de alta gama me parecen superficiales y ridículas sin más interés que aquel que pueda tener el color de uñas de la vecina. Pero aquí me hallo, perplejo y con unas copas de más, con una visión borrosa de mi alrededor y de mí mismo. Luchando contra el qué dirán.

Aunque ahora ya lo veo claro, no es mi sitio. Supongo que a veces nos desviamos del camino para al final llegar a conocernos mejor. Así que con las mismas, cojo una copa, la golpeo con el tenedor y una vez se vuelven todos hacia mí, con tono aún más ebrio de lo que iba (solo por incordiar) balbuceo a “grito pelao”:

- Una gran velada, sigan ustedes con su fiesta. A mí me espera mi verdadero yo en casa, gracias por hacerme ver quien soy en realidad, habéis sido de gran ayuda. Hasta siempre.

Me di la vuelta y salí de aquel lugar. El alivio fue inmenso, tras 7 años perteneciendo a ese club de gente distinguida pude al fin abandonarlo y seguir mi instinto. Desde entonces empecé a hacerme caso, a escucharme y me dediqué a lo que de verdad me hace feliz.

El porqué de ese giro en mi vida en ese día en concreto nunca lo sabré, pero al final las cosas llegan y da igual el porqué, lo relevante es la felicidad que te produce el ser sincero contigo mismo. Por eso aquella fué la noche más importante de mi vida, en la que descubrí mi razón de ser.

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