Decenas de cuerpos, alargados y brillantes, formaban un mar de plata en el interior de aquella sucia caja de plástico. Unos encima de otros. Generosa colina de lentas agonías y rápidos espasmos fusiformes.

El sol se reflejaba sobre sus escamas azules. Destellos saltarines brillaban nerviosos bajo la luz del amanecer. Sólo eran estrellas en el aire, tan fugaces y escurridizas como un pez en el agua.

La brisa empañaba el ambiente con su fresco aliento a sal marina. Y las voces de los pescadores, los motores de los barcos, el cansancio de los brazos, el graznido ansioso de las gaviotas hambrientas, el olor a fuel mezclado con salitre, el chasquido de las aletas agitándose en el aire en busca del líquido elemento, el sueño interrumpido demasiado pronto o el golpear contra el suelo de otras cajas como aquella; todo hacía presagiar el peor de los destinos: la muerte de aquellos peces lo inundaría todo como una niebla invisible en mitad de una noche de verano. Ocurriría como si nunca hubiera ocurrido. Pasaría como una leve sombra, nada más. Y la terrible indiferencia de la vida seguiría su curso aniquilador hasta olvidarlos a todos bajo el claro sol de la mañana. El mismo sol, y la misma mañana, que pesaría sobre sus cuerpos como una gélida y definitiva losa de piedra.

En el interior de cada caja, decenas de vidas se apagaban. En cada caja, la muerte y los ojos fijos que miraban a la nada por primera vez. Cada caja, una tumba cavada en los límites del infierno… Cada uno de aquellos peces era un punto de vista único e irrepetible, una perspectiva valiosísima, unos ojos preciosos donde el mundo se transformaba en una realidad interpretada a la medida de cada existencia. Por eso, cada una de sus muertes abriría eternas fosas infinitas donde irrepetibles universos marinos se extinguirían para siempre sin que nadie, nunca más, pudiera volverlos a contemplar.

Ante la más cruel de las tragedias, la más profunda de las preguntas: ¿qué es un pez? Y como respuesta, las meditadas palabras del filósofo: todo pez es un pez y sus circunstancias.

0 comentarios:

Publicar un comentario