Sillas, sillones, sofás y divanes de todos los diseños y procedencias...
Nos dijeron que fuimos concebidas para sostener a otros, para dar soporte a culos ajenos. No pretendo en esta apacible tarde negar el placer y la grandeza que hay en ayudar, ser refugio, acomodar, acoger... Pero, ¿no tendría sentido apoyarnos también a nosotras y entre nosotras antes de acabar con las maderas quebradas por la fatiga? ¿no podríamos así disfrutar más de esta existencia en la que nos encontramos, y ofrecer además un sostén mucho más firme y auténtico a quienes se acercan?
¡Cuidémonos! Démonos atención. Admitamos que necesitamos y que nos necesitamos. ¡Vamos! Procurémonos el amoroso sustento que intentamos dar a otros, y ese mismo saldrá natural e inevitablemente hacia fuera. ¡¡Pongamos la vida patas arriba!!
Ruido de llaves. Alguien levanta la persiana del bar. Los dueños llegan. Los primeros clientes ya esperaban en la puerta.
Las sillas ocupan sus lugares, discretas. La revolución ha comenzado; y continúa silenciosa. Las mesas susurran... "¿nos podríamos unir también nosotras...?"
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