Mantener mi ritmo. Un movimiento, un pie, el contacto con la tierra; y con la Tierra.
Mi centro de gravedad. Mi centro de levedad. Respirarme, situarme.
Construir mi verticalidad sobre montaña irregular hasta sentirme parte de ella.
Vale, ahora sí, ya estoy lista. Lista para dar un paso más. A mi ritmo y en mi espacio; una vez más -la Vida vuelve a susurrar- despacio.
La inseguridad virtual desaparece con la prisa virtual.
Serena, firme, sólida, fluida.
Era más fácil pasar al otro lado por el acogedor camino que otros habían preparado; cómodo, aparentemente confiable, seguro. Al escucharme sentí miedo ante la idea de innovar. Sentí miedo de explorar. Sabía que me arriesgaba. Pero la (mi) curiosidad fue siempre una compañera intensa.
Y ahora ya sé. Ahora ya sé que sin salir de la senda no había puente que cruzara hasta mí.
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