Sentada, cómoda en lo conocido, sabiendo que mi más leve movimiento cambiará la situación, me moverá lentamente, me mecerá y cambiará mi punto de vista, me llevará a lo desconocido, a donde no me se mover, a lo que existía pero yo no veo.
El deseo del vaivén se une al miedo del no saber, las ganas de aprender al temor ante el abandono de lo seguro, respiro, respiro, cierro los ojos y mis piernas comienzan a bailar, mi espalda se estira y ya no hay vuelta atrás, sólo sostener, atreverme a mirar y sentir.
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