Durante la travesía del lago, con los ojos sellados por el peso de las dos monedas de plata y la respiración acompasada con el chapoteo de los remos, evocó sus momentos más recientes, su estancia en el mundo en los últimos cinco años, desde su primera travesía fallida en la misma barca. Y lo hizo tranquilamente, como quien rellena una encuesta de satisfacción del cliente al dejar la habitación de un hotel, para proseguir un viaje incierto. 
 
las mañanas que amaneció con una mujer despeinada a su lado, las noches que se durmió leyendo y continuó soñando, los días que pasó en compañía de la serenidad del desierto o saboreando cualquier otro Sur…

Bienvenido, de nuevo. Mis pasajeros no suelen repetir viaje. Le veo mejor hoy—interrumpió el barquero 
 
Mucho mejor. Ahora ya he tenido suficiente —contestó el hombre, mientras seguía recordando.

...los amaneceres en la playa, las cenas con los amigos, el sabor de las montañas, el olor de la nieve, los besos de su hijo...

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