Llevaba la mochila a la espalda desde hacía mucho tiempo. Había empezado cargando pequeñas frustraciones, algunos miedos, y poco a poco había ido añadiendo duelos, desamores, asuntos inconclusos… Prácticamente estaba llena y era tan pesada que su escoliosis había empeorado y las contracturas musculares eran frecuentes.

Aflojó el paso y decidió soltar la mochila por un momento; se sentía tan aliviado que pensó que podía volver después a recogerla y continuó su camino.

Pasaban los días y casi se olvidó de la mochila, pero él era un hombre comprometido y no podía dejarla tirada en el camino. Volvió y encontró el contenido desparramado; visto desde fuera no parecía gran cosa…

Se dió la vuelta y empezó a caminar aliviado, con una expresión que otros podrían considerar feliz. Sin percatarse que a su espalda alguien recogía la mochila...

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