Se relajaron lentamente y fueron acomodándose por turnos, unos junto a otros. Saboreando el movimiento y el calor de sentirse cerca; sin ruido y sin prisa.
Decidieron que estaban cansados de aguantar erguidos, sosteniendo sus espinas. Decidieron que, hijos todos de la Tierra, la mejor forma de vivir era abrazados a ella.
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