- No hay mayor felicidad que convertirse o llegar a ser quien uno es- me dijo en una ocasión un pequeño y sabio taburete de caoba.
- Que verdad más grande- pensé- pues antes de nacer ya sentía el correr desbocado de la clorofila bullendo en mis venas.
Ahora mi corazón viejo gruñe de cansancio.
Ha pasado el tiempo y doy gracias a la vida por mi destino errante.
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