Algunos nos ven iguales pero no es así, en verdad hay una gran diversidad. Quizá es la diversidad que nos dejan, o la que nos permiten, o la que debe ser. O quizá la escogimos antes de ser, siguiendo algún profundo sentido cósmico que escapa a nuestras conciencias. O eso nos dicen, que escogemos. Ellos discuten y no se ponen de acuerdo sobre eso, y tampoco se suelen molestar en preguntarnos. Pero sólo hay que ir a un mercadillo o donde nos solamos congregar para observar las mil y una formas distintas que tenemos.
Yo, por ejemplo, soy curvas. No ha sido mi elección, es sencillamente mi naturaleza. Yo soy así desde que soy, y es injusto cuando me lo reprochan, como si fuese culpable de ello. No hay culpables, así soy. También hay quienes se sienten flor, y muchos le aprecian sus formas, sus colores, e incluso su perfume. Y como hay quien repudia la curva pues también hay quienes son líneas, aristas y ángulos. Hay quien es simple, y hay quien se repite (muy común lo de repetirse), e incluso hay quien se mimetiza lo que puede y no desea destacar nada de nada, en un estar sin estar.
Pero lo normal es intentar llamar la atención. Eso sí, llamar la atención sin estridencia, con naturalidad, como si no hubiera intención aunque la haya. Y yo, yo que soy joven, que soy curvas, y soy flor, y primavera, y color, yo grito mi existencia, en silencio.
Sé que más pronto que tarde perderé mi atractivo, y que con suerte terminaré mis días en pedazos, limpiando, perdida y marchita mi frescura y recordando con melancolía los tiempos en los que hacía volver las miradas. Pero hoy…, hoy…, hoy destaco entre mis rivales. Hoy me miran, aunque no lo muestren. Hoy aunque disimulen, me miran. Hoy soy novedad, frescura y belleza. Hoy no puedes evitar el admirarme. Ríndete ante mí, tú que de reojo me miras. Admírame espectador, es tu destino.
Pero el caso es que, de algún modo, siento que es un extraño destino el mío y me resulta incómodo lo de llevar una mujer envuelta en mí. Otros pañuelos han corrido otra suerte, y a veces les envidio. En esos momentos creo que en la siguiente vida me pido algo menos expuesto, como cubrir una mesilla de noche.
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