Dejé mi barca, mi casa, mi ordenador, mi móvil... Dejé mi miedo, mi soledad, mi angustia, y empecé a andar, sin prisa, respirando el aire fresco de la mañana, oliendo a bosque húmedo, escuchando los aleteos de los pájaros entre los árboles.

¡El mundo es tan grande y mi espacio vital era tan pequeño!...

No tengo nada mío y sin embargo siento que todo me pertenece y yo pertenezco a todo...
Simplemente.

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