A veces, los caminos son difíciles de atravesar; sentimos miedo, miedo de hacer un alto y no saber si seguir hacia adelante o dar media vuelta. Miedo a que el camino se estreche y sea más difícil de continuar. Pero no nos damos cuenta que es un miedo irracional, que nos ciega y no nos deja ver la realidad. Si el miedo nos llega a paralizar y nos desvía de nuestro camino deseado, nunca descubriremos qué hay más allá, preguntándonos qué hubiera sido si no hubiera dado marcha atrás.
Por muchas espinas que nos encontremos debemos pensar que si conduce hacia donde queremos llegar, cruzaremos dejando heridas que permanecerán, pero siempre pensad que tras las espinas la bella flor esperará.
Y si nos desviamos será porque el otro camino nos dará felicidad.
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