Era el reencuentro de dos antiguos amantes a quienes había unido el arte. Ella dibujaba flores en la orilla y él, con su cámara de fotos, atrapaba vibraciones bajo el cielo de Levante. Nunca en colores desde entonces.
Esta vez tenían tantas cosas que decirse que estuvieron toda la tarde en las terrazas del paseo. Toda la tarde huyendo del atardecer. Copa sobre copa y tabaco. Recordando solamente sobre el vértigo del tiempo, y tan juntos, que sentían sus pieles evaporar.
Precioso...mi imaginación vuela, al leer este texto...tal vez sea el comienzo de un relato que yo desconozca, pero si sigues escribiendo me encantaría que lo compartieras.
ResponderEliminarGracias, Rosa. Más bien es el fragmento de una vida sin concluir. Volveré a participar en Enhebrados. Mientras tanto, si quieres, puedes pasarte por perth111.blogspot.com donde comparto algunos de mis textos. Un beso.
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