Hoy quiero hablar sobre mí, quiero hacerme ese regalo.
Tal día como hoy llegué a este mundo, en el otoño de hace ya unos cuantos años. Una estación -la del otoño- que para mí tiene la cualidad de algo transitorio (en realidad, todas lo son, pero ésta me gusta más), a mitad de camino entre la luz intensa y cegadora del verano y la sobriedad invernal. Y, en cierto modo, ese es un poco el reflejo de mi vida: un recorrido entre el exceso y la aridez de juventud, y la serenidad de los años recientes.
Fuí el fruto del anhelo de mis padres, el hijo deseado que vendría a colmar de alegría sus vidas, o eso me dijeron. Para ser sincero, alguna vez he deseado que eso no hubiera sido así, y llegué a pensar que al menos podrían haber contado con mi consentimiento para esa aventura, pero ahora me siento afortunado por la oportunidad de haber vivido hasta hoy. Alguna vez alguien me dijo que en realidad fuí yo quien los eligió a ellos. Es posible... En cualquier caso, aprovecho este instante para honrar su memoria y darles gracias por ello.
Durante estos años he amado y he sido amado, me han abandonado y también abandoné, he aprendido el valor de las cosas sencillas (aún hoy me siento aprendiz), he llorado de impotencia y de alegría, he visto partir a gente querida, y también he sentido la emoción de ver nacer a mis hijos. Otra transición, en este caso entre la vida y la muerte.
He conocido a mucha gente durante este tiempo, personas que se han cruzado en mi camino y han dejado una huella indeleble en mi vida, y también dejé mi impronta en la vida de otros, me gustaría pensar que para bien, aunque sé que no siempre fué así. De todos y todas he aprendido algo, algunas veces de forma más consciente que otras.
He elegido esta fotografía por varios motivos. Uno de ellos tiene que ver con el hecho de que el agua es mi elemento, lo he sabido desde siempre. El otro se debe a que creo que refleja bien la idea que intento expresar: la de una vida que fluye, que se transforma contínuamente; bajo la apariencia de esa instantánea que detiene la espuma hay momentos de grandes crecidas y desbordamientos, pero también otros de sequía pertinaz. Y todo es parte de lo mismo, diferentes momentos de una misma cosa, la vida misma.
Ahora, hoy, en este otoño de mi vida en el que doy gracias por las abundantes bendiciones que me ha ofrecido, puedo expresar de forma clara y rotunda una certeza: sólo hay una energía que merece la pena que me empuje, la del amor, la compasión y la ternura.
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